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Reseña | El lugar donde mueren los pájaros

Entre la tristeza y el borde de la locura

En “El lugar donde mueren los pájaros” (publicado en noviembre del 2017 bajo la editorial Fiordo) Tomás Downey, perteneciente a la nueva narrativa argentina, nos presenta esta antología, de 122 páginas, de cuentos que van desde temas tan cotidianos como un abuelo demandante que accidentalmente muestra su debilidad, a una visita al zoológico mostrando la crueldad que sufren los animales a manos de las personas, o la vida en constante bucle de la viuda de un soldado de guerra. Conocemos también a una madre que, con tal de terminar su trabajo, es capaz de dejar a un bebé encerrado en el balcón, o la historia de tres preadolescentes haciendo un ritual para salvarse de su padre.

La obra está organizada por temas, pero de una manera peculiar: son diez relatos y cada uno posee una contraparte. El primer relato nos presenta a tres hermanas preadolescentes haciendo un ritual para deshacerse de su padre y el último relato vuelve a tocar el tema de tres hermanas y un hecho paranormal. En “El primer sábado de cada mes” y “Un ramo de cardos” los ejes son hombres de mediana edad y la trama tiene su desarrollo en un ambiente cotidiano. En “Zoológico” y en “Los täkis” el eje es, al diferencia del resto de cuentos, una criatura en lugar de personas, en el primero nos muestra su sufrimiento mientras que en el último nos enseñan a estos extraterrestres “embobando” a los humanos. En “Los hombres van a la guerra” y “La piel sensible” la trama gira entorno al duelo de dos jóvenes chicas por sus parejas fallecidas. Por último, tenemos en “Variables” y “Cementerio de palmera” cuentos sobre mujeres y sus obsesiones, la primera con las planillas, y la segunda con la muerte de un niño en una telenovela. A pesar de que cada historia tiene una especie de “hermana”, ninguna se siente igual a la otra, todas tienen su propia esencia, algo que las diferencia del resto.

El autor nos sumerge en historias que parecen cotidianas, como en el cuento que da nombre al libro, para al final dejarnos helados. Como dijo Mariana Enríquez: “Un narrador sólido, con un control notable pero capaz de momentos de intensa locura”.

En esta antología Downey nos deslumbra con unos relatos intrigantes y atrapantes y cada un wa único en su forma, el autor sabe llevar un buen ritmo durante toda la obra sin aburrir. Aunque, se debe de decir, no todos son igual de buenos, por ejemplo “El primer sábado de cada mes” y “Un ramo de cardos” al ser cuentos que ocurren en un ambiente más cotidiano, se vuelven menos interesantes que el resto y no parecen tener un clímax, el punto máximo de tensión, como si ocurre con el relato que le da nombre al libro: “El lugar donde mueren los pájaros”.

Este último, es de destacar entre todos los relatos, aquí vemos a dos hermanas que se han ido de vacaciones a la costa con sus padres y su hermanita bebé recién nacida, quien está constantemente llorando. En esa ciudad las niñas no tienen mucho para hacer, pero un día encuentran un lugar donde aparecen siempre pájaros muertos. Deciden que van a ir todos los días a enterrar a todas las aves. Al principio el lector cree que va hacer como la historia anterior “El ramo de cardos”, una historia cotidiana de hermanas que hacen algo raro para no aburrirse, pero luego todo toma un giro y Downey nos sumerge en un momento de tensión y miedo que incluso nos impide dar vuelta esa última página para conocer el desenlace.

Aunque el autor sabe tenernos al borde del miedo, también conoce cómo ponernos vulnerables con toques fantásticos, por ejemplo con “Los hombres van a la guerra” y “La piel sensible”. En ambos vemos a dos jóvenes lidiando con la muerte de sus novios. Mientras que en la primera nuestra protagonista vive en una contante rutina de tomar té mientras lee y siempre es interrumpida por dos militares anunciando la muerte heroica de su pareja y otorgándole una daga como recuerdo de este. En el segundo tenemos a una joven que es perseguida por la presencia de su novio fallecido de cáncer, tan presencial, sin decir nada y hacer nada, está impidiéndole tener una vida, continuar sin él.

Downey nos deleita con estos diez relatos y en ningún momento pierden el ritmo o se vuelven aburridos. Con su mezcla de lo cotidiano, lo fantástico y el terror con toques de ciencia ficción crea una obra realmente disfrutable y nos deja con ganas de leer más de él.

Por Florencia Olaechea
Estudiante del profesorado de inglés.

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